miércoles, 8 de septiembre de 2010

Conoce a los Premios Nobel de Latinoamérica

A veces nos olvidamos de que, gracias a Internet, nos leéis desde todas las partes del mundo y por eso haremos un repaso de la vida, logros y anécdotas de los Premios Nobel conseguidos por los países de América del Sur.

Cuando hablamos de Premios Nobel hay que reconocer que la mayor parte de los galardones han ido a parar a científicos americanos o europeos. Sin embargo, también existen grandes personajes e investigadores que, desde un ambiente menos ventajoso, han conseguido importantes logros y los suficientes méritos para hacerse con la medalla Nobel y merecen un reconocimiento igual o mayor.

América del Sur ha conseguido en total 15 Premios Nobel, distribuidos de manera bastante uniforme: 5 Nobel de Literatura, cinco de La Paz y cinco premios científicos.

Evidentemente nos vamos a ocupar de los galardonados en Ciencia:

Bernardo Alberto Houssay. Argentina.

Houssay fue un médico argentino, nacido en Buenos Aires en 1887, que se convirtió en el primer latinoamericano en ganar un premio Nobel de Medicina.

Y lo primero que destacamos de él es que fue lo que se puede llamar un niño prodigio: con apenas 17 años ya se había graduado en Farmacia y unos años después (con 23), logró graduarse también en Medicina.

Sus estudios sobre las hormonas de la glándula pituitaria y su función en la regulación de la cantidad de glucosa de la sangre en los animales, le dieron el Premio Nobel en 1947. Además debemos agradecerle múltiples estudios que posibilitaron nuevos avances en el tratamiento de la diabetes.

Un médico precoz que dedicó su vida al estudio, la docencia y la investigación y que, antes de fallecer dijo: "No deseo estatuas, placas, premios, calles o institutos cuando muera. Mi voluntad es que no se haga nada de eso. Mis esperanzas son otras. Deseo que mi país contribuya al adelanto científico y cultural del mundo, que tenga artistas, pensdores y científicos que enriquezcan nuestra cultura y cuya obra sea beneficiosa para nuestro país, nuestros compatriotas y la especie humana".

Luis Federico Leloir. Argentina.

Al igual que Houssay, Leloir también fue un joven bastante adelantado. A los 4 años ya había aprendido a leer por su cuenta, dejando boquiabiertos a sus ocho hermanos y moviéndose con soltura entre los libros y tratados agrícolas de la biblioteca de su familia.

Sus trabajos supusieron una verdadera revolución en la investigación bioquímica, y permitieron realizar importantes avances en medicina, especialmente en la comprensión de la galactosemia, una enfermedad congénita que produce una excesiva acumulación de azúcar en el organismo.

Fue premiado con el Nobel de Química en 1970.

Su interés por la ciencia, la bioquímica y la medicina le llevaron a donar el premio íntegro del Nobel (unos 80.000 dólares de aquella época) para crear un Instituto de investigación (que lleva su nombre) y en el que trabajó durante 40 años sin cobrar jamás ningún sueldo.

Cesar Milstein. Argentina.

Obtuvo el Premio Nobel de Medicina y Farmacología en 1984 por sus teorías relacionadas con la "especificidad en el desarrollo y control del sistema inmunológico", y el descubrimiento de la técnica para producir anticuerpos monoclonales a gran escala.

Al igual que con sus antecesores, me gustaría destacar la dedicación y sobre todo, la generosidad de Milstein. Sus estudios podrían haberlo convertido en multimillonario, tan sólo tenía que patentar sus descubrimientos y una lluvia de dólares le hubiera solucionado la vida.

Sin embargo, Cesar Milstein jamás registró ninguna patente sobre sus descubrimientos. Su idea era que sus avances fueran en beneficio de la humanidad y los legó sin ninguna carga ni beneficio económicos.

Baruj Benacerraf. Venezuela.

Patólogo nacido en Caracas en 1920 que ya de joven dio muestras de lo que podría conseguir, puesto que fue el primer estudiante extranjero en ser admitido en la Universidad de Columbia.

En 1980 ganó el Premio Nobel de Medicina gracias a sus descubrimientos en genética celular e inmunología. Demostró que la respuesta inmune frente a un antígeno es distinta para cada individuo y es heredada.

Quienes le conocen dicen que tiene una memoria prodigiosa que une a un fino sentido del humor, pues siempre está contando anécdotas y curiosidades.

Y de nuevo es un gran caso de generosidad puesto que también donó todo el dinero del premio nobel al Instituto de Cáncer Dana Farber de Boston.

Mario J. Molina. México.

Llegamos al quinto y último galardonado. Su nombre: Mario J. Molina y su aportación al medio ambiente le valió en 1995 el Premio Nobel de Química.

Este ingeniero químico mexicano es uno de los más importantes fundamentos de la ecología actual y su galardón vino de la mano de sus cruciales descubrimientos del siglo XX: el agujero de la capa de ozono en la atmósfera terrestre.

Su labor en favor del planeta es indudable y gracias a sus aportes, desde entonces (y según los últimos informes) el tamaño del problema en la capa de ozono no ha aumentado. Según sus propias palabras: "Esto demuestra que no sólo podemos descubrir que hay problemas globales, sino que puede haber soluciones como es el acuerdo para limitar el uso de agentes contaminantes. Ahí pudimos ver un beneficio concreto para la humanidad."

Como ven, hay algunas características que unen las vidas de estos cinco hombres: dedicación, trabajo, genialidad, esfuerzo y generosidad. Elementos diferenciadores que han conseguido cambiar el mundo y aún así, seguir trabajando humildemente.

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