miércoles, 29 de septiembre de 2010

Una Momia en MENDOZA

A mediados de enero de 1985, cinco andinistas mendocinos integrantes del CLUB Andinista Mendoza, decidieron llegar a la cumbre del Cerro Aconcagua por el filo sudoeste, una vía prácticamente virgen.
La expedición estaba integrada por: Gabriel Cabrera, los hermanos Juan Carlos y Fernando Pierobon y Franco y Alberto Pizzolón.

En la parte del ascenso, uno de ellos creyó ver pasto, alga inusual a 5300msnm. Al acercarse a investigar comprobaron que eran plumas, siguieron investigando y descubrieron un cráneo de tamaño pequeño. Este grupo de andinistas tomaron una excelente decisión: dejaron todo como estaba y volver en busca de investigadores idóneos.

Al bajar se contactaron con miembros del Instituto de Arqueología y Etnología de la Facultad de Filosofía y Letras U.N.C.

Veinte días después partía otro expedición formada por cuatro arqueólogos (Victor Durán, Juan Sholinger, Eduardo Guercio y Julio Ferrari) guiados por Juan Carlos Pierobon, Gabriel Cabrera y Alberto Pizzolón.

La expedición comenzó el 23 de enero, finalizando el día 31. Para llegar a ese lugar hay que superar un glaciar muy empinado y un paredón muy escarpado, para llegar por el filo sudoeste del Cerro Aconcagua, en la base del Cerro Pirámide, donde estaba el hallazgo anteriormente encontrado.
Estos especialistas evaluaron y lo calificaron como un hallazgo arqueológico grandioso, lo que habían encontrado era el fardo funerario de lo que después fue llamada “la monia del Aconcagua”
Al desenfardarlo, comprobaron que era un niño varón de 7 u 8 años. Había sido envuelto en numerosas telas y entre estas había otras a modo de relleno. El cuerpo estaba pintado con pigmentos rojos, que podría ser se achiote (planta andina), también comprobaron que ese jugo fue lo último que bebió. Era un fardo funerario donde estaba el niño con sus ropas y muchas otras telas y amarras que lo apretaban. También había un par de sandalias, ojotas y dos bolsitas, una contenía semillas. Había estatuillas cerca del niño, tres hombrecitos y tres llamas.


Conclusiones :



- El niño tenía en sus ropas elementos de la costa del Ecuador, de la selva y tres mantos con aves bordadas, típicos de la costa central del Perú, y que existió antes del dominio Inca.

- Se podría afirmar que no es argentino, ya que las estatuillas y prendas son típicas del Perú. Estudios hechos revelan que comió exclusivamente maíz, alimento espiritual y ceremonial para ciertas culturas.

- La deducción es que no podía ser de la costa del Perú, ya que no comió mariscos, tampoco comió alimentos del Altiplano, se puede pensar que era de una zona intermedia con Cuzco.

- Los hombrecitos y llamitas le ponen al sacrificio un simbolismo de viaje.

- El ser sacrificado es una ofrenda que hacían los Incas, por lo cuál ese niño no muere, sino que paso a un estado superior, un mensajero al mundo divino.

- El Imperio Inca incluía en sus festividades sacrificios humanos, también cuando morían, generalmente niños menores de 14 años, de alta estirpe. Eran elegidos varios años antes y con su sacrificio acompañaban al Inca, Hijo del Sol.

- El sacrificio fue echo cerca del 1500, durante la hegemonía incaica. En 1480 vivieron Tupac Yupanqui y Guayna Capac.

- Este hallazgo es excepcional, generalmente hay un solo sitio ceremonial por cerro, aparte hay que pensar que para ellos era algo que tenía que estar muy pensado, muy planificado y organizado. Hay que pensar y asombrarse en como hacían para llegar con su sacrificio a 5000msnm, en el Cero Aconcagua, o cualquier otro cerro de la cordillera, con 3 o 4 ponchos y sandalias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario